Rebozo Mexicano.
Otro símbolo de identidad mexicana es el rebozo, que es de
forma rectangular, alargada, angosta, de una sola pieza y terminados a cada
extremo con anudados y flecos llamados rapacejos, aunque también se elaboran
las terminaciones tejidas con atractivos diseños en chaquira. Pueden tener
distintas medidas y son elaborados con materiales diversos según sea su uso,
cotidianos o de gala, por lo que pueden ser de algodón, lana o de seda y con
ello varía su costo.
Origen del rebozo.
En cuanto a su origen existen diferentes explicaciones.
Algunos afirman que proviene del Oriente, pues los ascetas en la Persia
antigua, acostumbraban cubrirse con una especie de manto que terminó
convirtiéndose en el elegante chal. Este capote se popularizo más tarde en
España y cuando llegaron los conquistadores a México en 1519, la prenda ya
formaba parte del atuendo de las damas ibéricas que usaban una mantilla para
cubrirse la cabeza.
Otros consideran que los primeros antecedentes del rebozo se
remontan a la época prehispánica, en la tilma o ayate, gabán de ixtle,
elaborado en telares de cintura, empleado indistintamente por hombres y mujeres
para abrigarse. La tilma además servía para transportar mercancías, al igual
que el mamatl, un lienzo de forma rectangular. Para otros, la fusión de estas
prendas son las raíces del rebozo, tan mestizo como los mexicanos.
Al concluir la conquista de México, los españoles impusieron
prohibiciones en el siglo XVI para someter a los pueblos nativos y asimilarlos,
las costumbres y vestimentas indígenas no fueron la excepción y se persiguió el
uso de la tilma. Por esta razón, las mujeres rediseñaron esta prenda
volviéndola más larga y angosta, además de embellecerla con tintes y diseños
geométricos. Así, el rebozo se convirtió en una insólita expresión de
resistencia e identidad.
En esta época el rebozo se confeccionaba según la posición
social de su propietaria; las mujeres de estratos sociales bajos lucían un
manto de algodón predominando un rebozo rayado con dibujos de ikat o bordados,
con un rapacejo corto que llevaba solamente unos picos anudados; para las de
clase alta mandaban hacer el rebozo con seda, listas de oro y plata, bordados
con hilos de otros metales y colores, pero estas exquisiteces no satisfacían el
gusto de las damas, que influenciadas por el barroquismo de la época,
enriquecieron estas piezas con calados de paisajes y evocaciones de escenas
costumbristas. En el siglo XVIII el rebozo era un elemento de uso común entre
las mujeres de la Colonia, alcanzó tal importancia que durante este siglo se
dictaron leyes y reglas para la elaboración en cuanto al tamaño, tejido, clase
de hilo y dibujo.
Para el siglo XIX el rebozo formó parte de la vestimenta
indispensable de las mujeres, incluso en las fotografías revolucionarias se
puede ver a las soldaderas portando los tradicionales rebozos de bolita.
En el siglo XX Frida Kahlo se convirtió en la figura icónica
en el uso del rebozo, prenda que luce portando en varios de sus autorretratos y
en fotografías de la época, aunque también se observa como elemento en varias
de sus pinturas.
Sea cual sea su origen, el mágico colorido del rebozo
identifica a la mujer mexicana en el mundo. En su versión original lo mismo
protegía a la mujer del calor que del frío, le servía para transportar tanto a
sus hijos como objetos. Dependiendo de su tamaño y materia prima se usaba
diariamente o para celebraciones especiales, incluso forma parte de trajes
regionales de México.
Además de todos estos usos que se le puede dar al rebozo es
un buen regalo para una mujer.
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